El broche de oro a nuestro mes por Vietnam lo puso Sapa, una región situada en el noroeste del país, muy cerca de la frontera con China. Es una zona muy famosa por sus increíbles paisajes llenos de terrazas de arroz a diferentes alturas y las numerosas minorías étnicas que en ellas habitan, todo ello entremezclado con cascadas, montañas y ríos. Para visitar Sapa, lo más común es ir hasta Lao Cai y, desde allí, hacer diferentes excursiones por los valles de la zona. Nosotros, como siempre, lo hicimos por nuestra cuenta. Si quieres saber cómo lo hicimos y qué vimos, sigue leyendo!
CÓMO LLEGAR
Desde Halong Bay hasta Sapa fue un laaaaaargo viaje. Al punto de la mañana cogimos un barco hasta Hai Phong (130.000 dong, 5,2€) y allí un autobús hasta Hanoi (70.ooo dong, 2,8€). Llegamos a Hanoi a mediodía y nos dirigimos hacia la estación My Dinh, desde donde salían los autobuses hacia Sapa. A las 18 salía un autobús pero creímos que era mejor coger el último, a las 22.30, para hacer noche en el autobús y que se nos hiciera más ameno. Esta vez nos equivocamos. A las 3 de la mañana estábamos en Sapa y hasta las 6 no había taxi que nos llevara a Lao Cai. Nos habían prometido que aunque llegáramos pronto nos dejaban dormir en el autobús hasta que fuera la hora pero al llegar nos dicen que no, que tenemos que esperar en la calle. ¿Cómoooooo? ¿¿con el frío que hace?? Nos tocó discutir con el conductor y finalmente accedió y pudimos esperar en el autobús.
QUÉ HICIMOS
1. PASEAR POR LAO CAI
Lao Cai es un pueblo pequeño enclavado en medio de las montañas. Mientras paseábamos nos parecía que estábamos en un pueblecito del Pirineo, rodeado de montañas, con su plaza y su iglesia (porque aquí también son católicos), donde se respiraba aire puro y fresco (y tan fresco!) y el sol salía tímido de entre la nieblilla de la mañana para intentar calentar un poquito el ambiente.
Pronto nos dimos cuenta de que seguíamos en Vietnam, cuando comenzamos a ver a decenas de mujeres ataviadas con sus coloridos trajes, cada una el típico de su pueblo, portando a sus bebés envueltos en mantas o con cestas a sus espaldas repletas de artesanías que intentaban vender. Y vale que viven de eso, pero pueden llegar a ser muyyyyyy pesadas!
2. TREKKING HASTA LAO CHAI
Es muy fácil recorrer los valles de Sapa por tu cuenta. Nosotros nos hicimos con un mapa y llegamos hasta Lao Chai.
La primera parada fue Cat Cat, muy cerquita de Lao Cai. Aquí hay un «fee point» donde había que pagar 50.000 dong (2€) por persona para poder continuar la marcha. No queríamos pagar, así que buscamos un camino alternativo: por el medio de la montaña cruzando campos de arroz y sorteando charcos de barro, aunque una que yo me se no fue muy hábil y acabó de lleno en uno de ellos. Pero lo bonito de los viajes es la aventura ¿no?
Llegamos hasta una casa con un búfalo custodiando la entrada, como el que tiene un perro. Entramos a ver la casa y hubo una cosa que nos llamó la atención. Era muy rústica, sin apenas mobiliario, sin cocina porque cocinan con leña en el suelo pero con ordenador e internet! Curioso que llegue antes el internet que el ladrillo o las estufas.
Enseguida llegamos al punto al que llegan todos los que pagan la tasa para poder entrar, donde había una cascada. Y ya se notaba, porque estaba lleno de mujeres intentando venderte algo u ofreciéndose para llevarte a su poblado a cambio de dinero.
Nosotros preferimos seguir solos. Pero nos encontramos con unas niñas de unos 8 años que tenían que llevar un pico y una pala hasta su casa, en Y Lin Ho, y nos dijeron que se venían con nosotros para mostrarnos el camino. Estaba claro que al final nos pedirían dinero… pero bueno, fuimos con ellas y les llevamos el pico y la pala durante un tramo porque pesaban más que ellas!
El camino se lo sabían como la palma de su mano. Nos metieron por medio de los arrozales, que están dispuestos a distintos niveles como haciendo escalones en la montaña, subiendo, bajando, cruzando ríos…
A esto se sumaba que los campos estaban inundados y había que ir caminando por el borde haciendo, literalmente, equilibrio para no caerte al nivel inferior ni meter los pies en el campo inundado. Además, los bordes estaban totalmente embarrados y resbalaban, por lo que el camino no fue nada fácil. Pero oye, que las niñas iban con una soltura…
A mitad de camino, las niñas se desviaron para ir a su pueblo (no antes sin pedirnos dinero, claro) y nosotros llegamos a nuestro destino, Lao Chai, con un hambre que nos moríamos. Preguntamos a la gente si nos podían dar algo de comer y una pareja joven nos llevó a su casa y nos preparó un montón de comida! Allí pasamos un ratito agradable con ellos, rodeados de cerdos y mazorcas de maíz colgadas y jugando con los niños. No deja de impresionarnos la amabilidad de la gente en estos países. Antes de irnos les dimos una propina.
Y ya se hizo tarde y tuvimos que volver para que no se nos hiciera de noche. Por el camino nos encontramos con estos niños (en la foto de abajo los niños han aprovechado un arrozal para jugar a fútbol).
Llegamos muertos, pero no nos importó, porque pudimos contemplar unos paisajes totalmente únicos y pudimos compartir momentos muy especiales con la gente local. De todas formas, como ya hemos dicho en más de una ocasión, es una pena haber venido al norte de Vietnam en esta época. Además del frío, los paisajes no estaban tan bonitos como nos esperábamos.
Las siguientes excursiones fueron en moto, pero para que este post no se haga interminable os lo contamos aquí! Os adelantamos que los paisajes que vimos fueron igual o, incluso, más bonitos que éstos y que nos encontramos con personas muy simpáticas y con otras que no tanto…
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