Llegamos a las 11.45 de la mañana al palacio Ghar, un palacio de ladrillo rojo y ventanas y puertas de madera tallada siguiendo la típica arquitectura newari. En su pequeño patio estamos como unas 15 personas. Todas miran fijamente al ventanuco del centro y nosotros nos preguntamos por qué. No nos hemos informado mucho sobre el tema y no sabemos qué es lo que nos espera allí. Pero pronto escuchamos a un guía decirle a su grupo que la Kumari se asoma todos los días a las 12 por esa ventana durante unos segundos. Todos esperan con ansia a que la Kumari salga, los guías la llaman y advierten a los turistas que en cuanto aparezca no se pueden hacer fotos ni hablar. De repente, escuchamos una vocecilla de fondo de una niña de unos 3 años. Nos da un vuelco el estómago de pensar que una niña así de pequeña se haya convertido en una atracción tan turística, así que salimos de allí antes de saber si ese día querrá asomarse o no.
La Kumari es una niña considerada una diosa viviente, una reencarnación de la diosa Taleju, y es venerada por hinduistas y budistas nepalíes. Se cree que tiene poderes premonitorios y puede curar enfermos y hacer realidad deseos. Pero lo más importante, es que se la considera un puente entre el mundo real y el divino.
La Kumari ostentará el título de diosa hasta que tenga su primera menstruación, momento en el que dejará de ser «virgen» y se escogerá a otra Kumari. El proceso de selección es muy estricto. Por un lado, las candidatas deben cumplir unos mínimos requisitos: tener 3-4 años, ser de la etnia newar y pertenecer a la familia Shakya, que es a la que pertenecía Buda. Pero además, su horóscopo debe coincidir con el del jefe de estado para asegurar buena suerte al país y debe cumplir «32 perfecciones». Esto son una serie de características físicas y psicológicas, algunas un tanto difíciles de evaluar, bajo nuestro punto de vista… Se espera, entre otras cosas, que la niña tenga «voz clara como un pato», «pestañas de vaca», «pecho de león» o «muslos de ciervo». También debe tener pelo negro, dientes perfectos o un inmaculado expediente médico. Una vez pasada esta primera criba, debe superar una serie de pruebas. Una de ellas y que nos llamó mucho la atención, es velar cabezas de ganado durante una noche entera sin mostrar ningún tipo de temor o ser capaz de reconocer las pertenencias de la anterior Kumari.
Una vez que la niña es elegida, dejará de tener infancia para convertirse en una diosa. Vivirá en el palacio, alejada de su familia, sin poder salir a la calle, sin poder tener contacto con otros niños, sin poder hablar con más personas de las estrictamente seleccionadas, sin poder asistir a una escuela (aunque tendrá un profesor privado), sin poder pisar otro suelo que no sea el del palacio. Los pies de la Kumari son sagrados. Las contadas veces que sale al año del palacio es con motivo de alguna celebración, en la que la niña tendrá que mantener la compostura ante cientos o miles de personas, con su aparatoso vestido rojo que simboliza la energía creativa, sus ojos pintados de negro y en la frente un gran ojo dibujado, el tercer ojo, conocido como el ojo de fuego. No puede ser de otra manera, ella es una Diosa.
Nosotros siempre respetamos las costumbres y tradiciones de otras culturas, aunque no estemos de acuerdo con ellas, porque no nos gusta criticar sin conocer lo que hay detrás. Pero siendo objetivos, ¿no es esto una violación de los derechos de los niños? A estas niñas se les roba su niñez. Y dando un paso más allá ¿Qué consecuencias acarreará esa niña cuando sea mayor? En la infancia se adquieren aprendizajes valiosísimos para el resto de nuestra vida. Cosas tan simples como relacionarnos con personas de nuestra edad, andar por la calle, cruzar una carretera o comprar. Todo esto lo tendrá que aprender una vez «vuelva a la vida terrenal», con 12-15 años. Tendrá que aprender a adaptarse a la vida normal y no creo que sea una tarea fácil para ella pasar de ser adorada por todos a ser una persona más. De hecho, según hemos leído muchas niñas acaban teniendo problemas psicológicos.
Historias como éstas nos hacen reflexionar sobre las barbaridades que los seres humanos llegamos a hacer sólo por creencias religiosas o tradiciones antiguas.
*Imágenes extraídas de Google.